Mujeres durante la peregrinación del Pueblo Creyente en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 25 de enero (Fotografía: Frayba)
Hermanas
y hermanos:
De
las distintas comunidades que participamos en esta peregrinación;
Agentes de Animación y Coordinación Pastoral, Hermanos Obispos y
todas las personas aquí presentes. Seamos Bienvenidas todas y todos.
Con
estas palabras las mujeres queremos recordar dos cosas que hoy nos
convocan aquí:
-
El recuerdo de la Pascua de jTatic Samuel Ruiz García vivo en nuestros corazones y nuestro caminar.
-
Los 25 años que como mujeres creyentes de la Diócesis llevamos peregrinando y Alabando a Dios y, como María de Nazaret, en el Área de Mujeres decimos hoy “nuestra alma Glorifica al Dios de la Vida, porque hace maravillas”.
Hace
25 años en la Asamblea Diocesana de 1992, se aprobó como Área
Pastoral diocesana, el Área de Mujeres. Las mujeres siempre hemos
estado presentes y activas en el proceso y caminar diocesano. El
Concilio Vaticano II, que en el Decreto sobre el Apostolado de los
Seglares nos dice:
“en
nuestros días las mujeres tienen una participación cada vez mayor
en la vida de la sociedad, es de gran importancia su participación,
igualmente creciente, en los diversos campos del apostolado de la
Iglesia.”
Estas
y otras palabras del Concilio movieron el corazón y el accionar de
hermanas pastorales que en aquellos años caminaban por las
comunidades de nuestra Diócesis.
A la
luz del mensaje del Concilio y animadas por la Palabra de Dios las
hermanas pastorales observaban el sufrimiento y la pobreza de las
comunidades, la organización y la lucha por la tierra y por la
sobrevivencia. En ese tiempo también el movimiento Catequístico
animaba mucho a las comunidades que tantos frutos está dando en la
iglesia diocesana. Las mujeres “estábamos encerradas en las casas,
y no solo encerradas, sino excluidas, silenciadas, explotadas, con la
mayor carga de trabajo, con sufrimiento por la pobreza y muchas veces
víctimas de la violencia familiar, social y eclesial” éramos
como mujeres estériles.
Así
nació nuestra Área de Mujeres, con la motivación surgida desde la
Palabra de Dios y la situación dolorosa que vivimos las mujeres.
Fuimos
las mujeres invitadas a organizarnos en grupos para leer la Palabra
de Dios desde nosotras mismas e ir descubriendo la dignidad y los
derechos que tenemos como personas, creadas a imagen de Dios. Ese
Dios liberador que nos comparte su misma vida y nos sueña viviendo
en igualdad y equidad entre mujeres y varones. A muchas mujeres nos
gustaba asistir a los grupos y compartir nuestros sufrimientos,
alegrías, deseos, enseñarnos, acompañarnos, aconsejarnos y
aprender unas de otras. Empezaba así este nuestro largo camino de
resistencia,
búsqueda, liberación y esperanza.
Poco
a poco nos fuimos comunicando y relacionando las mujeres de los
diferentes grupos de las parroquias y Zonas de toda la Diócesis.
Como a María e Isabel, es el Espíritu de Dios que nos junta, como
un viento que pasa, sube en unas partes y baja en otras. Las mujeres
vamos experimentando que la Palabra de Dios leída con Ojos, Mente y
Corazón de Mujer, cambia nuestras vidas y nos va haciendo mujeres
fecundas
para
la iglesia y la sociedad.
Participamos
en la realización del III SÍNODO diocesano que nos confirmó el
modo de ser iglesia en nuestra querida Diócesis. Nos dice en muchos
de sus números cómo debe ser la vida de las mujeres creyentes en
esta iglesia. “Es
necesario que las mujeres asuman su responsabilidad en la
construcción del Reino y en la realización de las opciones
diocesanas” N° 216, y en otros dice: “organícense para promover
talleres de formación, encuentros, reuniones, sin olvidar que la
mujer debe ser sujeto de su propia formación. La Palabra de Dios ha
dado a la mujer conciencia de su dignidad y ellas han aprendido a
trabajar en comunidad y con sus hermanas de manera integral”
Para
ir viviendo todo esto
que
manda el SÍNODO
fuimos
reflexionando, buscando y tomando acuerdos en las reuniones,
encuentros de zonas, parroquias y nos propusimos construir nuestra
Casa en San Cristóbal. En estos 25 años hemos crecido en nuestra
Fe, nos reconocemos y valoramos a nosotras mismas, somos conscientes
de nuestra identidad como mujeres, aprendemos a decir nuestra
palabra, a participar en diferentes Áreas e Instancias de la
Diócesis y de la sociedad civil.
En
un Encuentro de representantes allá en la Nueva Primavera en que
reflexionábamos el Texto de Juan 20, cuando María Magdalena se
encuentra en el sepulcro con Jesús Resucitado y la envía a
anunciarlo, jTatic Samuel nos dijo: “También yo las envío, vayan
y sean luz para otras mujeres y anuncien lo que ustedes viven en el
Área”.
Agradecemos
al Dios de la Vida las maravillas que se dan en nosotras y por
nosotras. El gozo que experimentamos al ver los avances logrados en
el Área en estos más de 25 años.
Hacia
delante vemos lo mucho que falta para que el querer de Dios sea
realidad en la iglesia y en la sociedad. Con la formación que
compartimos en los Ejes: Análisis, Género, Cultura y estudio de la
Biblia, documentos de la iglesia y otros vamos descubriendo y
entendiendo cómo ha sido y es tratada la mujer a través de toda la
historia de la humanidad. La razón del por qué hay tanto dolor y
sufrimiento en el corazón de las mujeres.
Las
tradiciones, las culturas, algunos usos y costumbres de los pueblos
no reconocen ni valoran a la mujer como persona. El patriarcado, el
machismo y el clericalismo se esconden y disfrazan en la familia, en
la sociedad y en la iglesia. Las mujeres tenemos derecho a decidir
como queremos que sea nuestra vida y a participar en todo. Que no
sean otras personas quienes decidan por nosotras. Que en las
familias, parroquias, zonas no sean los catequistas, diáconos,
sacerdotes los que decidan si hay o no Área de Mujeres en las
comunidades.
Sentimos
que el Área de Mujeres aún no está hecha ni terminada. La vamos
haciendo en el caminar vivenciando al Dios con nosotras que nos ama.
Compartiendo entre mujeres nuestros saberes, reflexionando,
trabajando, luchando y lo hacemos con mucha alegría y gozo en el
corazón. Expresamos nuestro agradecimiento al Dios de la Vida que
nos permite ir haciendo este camino en la iglesia.
Jesús
llamó a las mujeres al discipulado. Compartió con ellas su
proyecto, a través de profundos diálogos teológicos, como desde la
transparente, amorosa y tierna relacionalidad interpersonal.
Este
año jubilar es una gran oportunidad, que nos invita a tomar en serio
y a trabajar arduamente para que se haga realidad el anuncio
jubiloso de la dignificación de las mujeres. (Núm 24 y 28. Jubileo
de las mujeres, año 2000).
Si
queremos ser fieles a nuestra misión cristiana, no puede seguir la
escandalosa brecha entre lo que la iglesia proclama en su enseñanza
acerca de la dignidad de los derechos de las mujeres y la realidad de
marginación que ellas viven en la iglesia y en la sociedad. (Núm 57
jubileo de las mujeres).
Invitamos
a las mujeres a este espacio del Área para que desde nuestro ser
mujer aportemos a la iglesia de Jesús cuya misión es hacer presente
el Reino de Dios en la historia.
San
Cristóbal de Las Casas, Chiapas. 25 de enero del año 2017.
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Es de suma importancia saber de tu palabra ya que con ella se enriquece nuestro corazón.